roman pasky
Me encantaba cuando Sonia estaba en casa de su padre entonces iba mas a menudo con ella luciendo mis piernas y mis escotes y mi amiga hacia lo propio.
Nos arreglábamos en su baño y nos cambiábamos en su habitación y nos lucíamos delante de él para que nos dijera lo guapas que somos. Y a veces volvíamos bebidas para derrumbarnos en la cama de Sonia y dejar que él nos mimara por la mañana cuando pasábamos la resaca.
Un sábado bebí menos que Sonia y como resultado me levanté antes que ella y menos afectada. Ella había dormido profundamente aferrada a mis tetas desnudas. Separé sus brazos con dulzura, le di un suave beso en los labios y como hacía calor me limité a ponerme una ligera camiseta y salir de la habitación.
Los muslos bronceados desnudos hasta el mínimo tanga que apenas cubría mi coñito.
Encontré a Mario en la cocina que encantador como siempre nos estaba preparando el desayuno, su atlético cuerpo cubierto sólo con un pantalón de deporte muy corto y ajustado.
Desde la puerta me quedé unos segundos admirando su ancha espalda y el culo duro. Cuando se dio cuenta de que estaba allí se volvió sintiéndome sonriéndome y ofreciéndome una taza de café ya preparada y el resto del desayuno sobre la mesa ya puesta.
Con confianza apoyaba mi mano en su antebrazo o pierna provocándolo con mis pechos marcados en la fina camiseta, mis pezones duros apuntando hacia él.
Me levanté para rellenar mi taza de café procurando lucir mis nalgas desnudas al inclinarme sobre la encimera. Se que él las echó un buen vistazo. Incluso conseguí rozar mi culo con su brazo mientras me movía por allí.
Al abrir el grifo del agua la presión mojó todo mi pecho trasparentando el algodón y mostrando mis tetas de forma mas sensual que si estuvieran desnudas del todo.
Sus ojos casi salían de sus órbitas al apreciar la forma tamaño y consistencia que habían adquirido con el paso de los años. Deje que los viera así húmedos y sensuales luciendo mi joven cuerpo.
Sin pudor alguno me saqué la prenda y la usé para secarme un poco. Sin ocultarme a sus ojos que devoraban mi cuerpo con deseo. Nada mas que el triángulo del tanga tapaba mi depilado monte de Venus.
Estábamos muy cerca y el silencio entre los dos rezumaba deseo. Apoyé mi mano en su pecho acariciando suavemente su piel sudada, se acercó más a mí y me limité a apoyar la cabeza en su hombro dejando que su barbilla sin afeitar rascara mi frente y mis pezones duros acariciaran su pecho desnudo. Por fin sentí sus manos apoyadas en mi cadera, acariciando suavemente mi piel con ternura. Mis labios buscando los suyos y su polla dura apretada contra mi vientre plano.
Fue bajando para besarlos y lamerlos a la vez que comenzó a sacarme el tanga que en realidad se limitó a desintegrarse al primer tirón. Levantó un poco mas mis muslos con sus fuertes manos y clavó su lengua en los labios vaginales separándolos con ella en busca del sensible clítoris.
En ese rato Sonia se había despertado y me había echado de menos, como no nos habíamos molestado en cerrar la puerta no tardó en localizarnos por el sonido de mis gemidos y apareció en el dintel con ojos de sueño y una pequeña pequeña camiseta de tirantes cubriendo apenas la opulencia de sus tetas.
Como mas de una vez le había comentado medio en broma medio en serio mi gusto por los maduritos atractivos y mi deseo por su padre. No pareció sorprenderse mucho cuando lo vio comiéndome el conejo, al contrario, la escena parecía excitarla.
Le guiñé un ojo con complicidad, tampoco era la primera vez que nos veíamos desnudas en plena faena con un chico. Vernos y algo más.
Excitada llevó su mano a la braguita y empezó a masturbarse en silencio o en todo el silencio que podía.
Mario extendió una mano para acariciar mi teta todavía sin darse cuenta de nada.
Las bragas de Sonia ya habían caído al suelo pero la visión de su suave coñito me la tapaba su mano. A un gesto mío comenzó a acercarse cuando Mario notó el peso de su rodilla sobre el colchón intentó separarse pero cerré mis muslos apretando su cabeza entre ellos y tiré de la camiseta de mi amiga para desnudarla del todo.
Me apoderé de su pezón para excitarla aún mas. Sin soltar a su padre la atraje para que me besara y notar su lengua jugueteando con la mía.
Fue Sonia la que, decidida, besó a su padre en los labios pasándole parte de mi saliva y jugueteando con la lengua. Estaba disparada. El se rindió a lo inevitable y dejó que lo desnudáramos entre las dos repartiendo sus manos entre nuestros cuerpos.
Ambas deseábamos su polla. Lástima del abundante vello que cubría sus huevos y pubis. Sonriéndonos la una a la otra pasábamos las lenguas por ella y los huevos peludos cruzándolas de vez en cuando saboreando nuestras salivas sobre la piel tersa de su duro pene. Yo estaba juguetona así que le dejé el duro rabo a la hija y me puse a su espalda. Como deseaba la dureza de esas nalgas que antes había visto marcadas en la lycra de su apretado pantalón.
Mario acariciaba nuestras cabezas dejándose lamer por todas partes como si fuéramos dos putitas que pagara para su placer.
Me pedí ser la primera en probar su polla y conseguí sentarme sobre él. Entre las dos lo tumbamos de espaldas en su cama. A horcajadas deslizando su polla dura húmeda con la saliva de su hija por los labios de mi vulva adelante y atrás haciéndole desear la penetración.
Pero como yo la deseaba tanto como él no tardé mucho en levantarme lo justo para que deslizara dentro como un cuchillo caliente por mantequilla.
Eché una mano hacia atrás por mi culo para poder jugar con sus huevos peludos y húmedos mientras empezaba a subir y bajar sin prisa.
Sonia en cambio se sentó sobre su cara para probar la paterna lengua en su coño. Viendo lo que yo le había hecho y jugando que a ella no le importaría Mario separó sus nalgas y deslizó la lengua por el perineo hasta el duro culo de su hija devorando todo lo que ella ponía a su alcance deslizando la cadera sobre su rostro.
Acoplados perfectamente sobraban las paginas entre nosotros solo buscábamos el placer el nuestro y el de ligar personas que tanto queríamos. Me movía más deprisa buscando el orgasmo que no tardaría en llegar apoyando las manos en los suaves muslos de amiga para que algún movimiento mas fuerte no nos descabalgara de tan placentera montura. Menos mal que tomé esa precaución pues el quiso separase al notar la llegada de su eyaculación.
Sus ahogados gemidos por la vulva de su hija sobre su cara me avisaron de que se corría segundos después de mi orgasmo y su lefa resbalado por el tronco de la polla aumentando mas la lubricación en el interior de mi coño.
Necesitaba saborear la mezcla de esos jugos y me la saqué para poder chuparla muestras perdida su dureza. Mi amiga también quería probar el semen y que mejor fuente que mi xoxito del que mañana lo que sobraba. Ahí que también se levantó y se puso tras de mí que a cuatro patas estaba lamiendo la polla. Me hizo separar las rodillas un poco mas y bajo desde mi ano ofrecido a su lengua hacia la vulva que chorreaba mis jugos y la misma semilla de la que ella había nacido.
Mario nos miraba atónito sin creerse aún como podía gustarnos el sexo de esa manera lasciva y tierna disfrutando de nuestros cuerpos y haciendo disfrutar.
Yo no esperaba aun una reacción en su polla. Pero supongo que mis labios por ella y los sus huevos y un dedo juguetón por en perineo y el ano y ver a su muñequita devorando mi coño con ansia mientras se acariciaba una de sus tetas con una mano no lo dejaba indiferente. Pronto en mi boca empecé a notar de nuevo su dureza lo que me alegró pues así su hija no se iba a quedar sin su ración de pene paterno.
Mario miraba a los ojos de su retoño buscando el ellos algún signo de rechazo o miedo pero lo único que había en ellos era amor y deseo. Así se subió sobre ella, fue mi mano la que guió el duro nabo apoyándolo en los labios después de acariciar el clítoris con el glande durante unos segundos. Dejando que la cadera de Mario bajara despacio desplacé la mano a sus testículos. Durante un momento eterno se quedaron quietos mirándose a los ojos hasta que buscaron los labios del otro con los suyos. Abriendo las bocas para que detrás de los labios fueran las lenguas.
Oía orgullosa los mil -te quiero- o -cariño- que se dedicaban o el millón de -papis- que ella suspiraba entre gemidos. Ya con el ano de Mario bien lubricado me chupé un dedo para irlo perforando con él. Levanté la cabeza para mirar a los bellos ojos de mi amiga. Ella agarró mi otra mano con fuerza, mientras su padre lamía su cuello y besaba su hombro y una de sus manos agarraba uno de sus pechos suave ella subvocalizaba un gracias dirigido a mi.
Me dejé caer al otro lado dejándolo en medio mientras nos acariciábamos con lasitud recuperando la respiración. Al rato bajábamos los tres desnudos y hambrientos a terminar el desayuno que habíamos dejado a medias.
Sonia y yo tocándonos y rozándonos constantemente demostrando a mi morena y bonita madre lo cariñosas que podíamos ser. Ambas buscábamos sus caricias, sus arrumacos incluso cuando cubiertas apenas con un tanga y un pequeño sujetador podía frotar la mayor parte de mi piel con su voluptuoso cuerpo. En el cuerpo de las dos mi amiga y mi madre. Como en su casa dormíamos juntas abrazadas y ya desnudas del todo. Sonia se fue a la ducha sin ponerse nada encima mientras yo ganduleaba un rato mas.
Por el pasillo se cruzó con mi madre que llevaba el mismo camino ataviada solo con unas braguitas. Se invitaron a compartir la ducha y a enjabonarse la una a la otra y para cuando pude unirme a ellas mi madre sentada en el fondo de la bañera ya le comía el coño y el culo a Sonia sobre la que caía el agua.
Cuando entré con ellas mi propia madre saboreó los jugos de mi coñito de inmediato.
Ahora solo nos quedaba que ambos padres tan morbosos y depravados cono sus hijas quedaran y se follaran y pudiéramos disfrutar los cuatro juntos de esos fines de semana de sexo, cariños, lascivia y ternura. De no volver a dormir solas y levantarnos en los brazos de un amante o dos o tres y junto a sus cuerpos desnudos.
Despertarnos desnudas con besos y caricias y comidas en nuestros coños o lamiendo la polla del hombre que deseaba hace años, polla que entre las dos le habíamos depilado del todo para así poder comerla sin pelos que estorbaran, lo mismo que el velludo coñito de mi madre dulce y salado a la vez.